martes, 21 de agosto de 2012

Cotidianidad

El objeto ha desaparecido, el objetivo se ha ido con él también, ahora solo quedan las turbias aguas, en las que las ondas van y vienen entre el centro de la superficie y las fronteras del volumen, recordando el movimiento que en ellas tomó lugar. La momentánea calma es interrumpida por pulsaciones sincronizadas que son aleatorias y a la vez  predecibles. Sabía en que momento llegaban y ciertamente conocía su duración; sin embargo, su propósito u origen permanecían aún desconocidas para él.

Un reloj que ya no pertenecía a la pared sino más bien a una pantalla electrónica se convirtió en el más fiel de los árbitros, él permanecía como juez único del juego, su computador era la ventana última, por la que no soplaba ningún viento pero que dejaba penetrar... o fugar toda la luz que él quisiera.

Las horas pasaban certeras por el camino recto, los matices de luz allá afuera se descomponían lentamente deslizándose sobre el horizonte como si en efecto ésta estuviera compuesta de materia; para él daba igual, aquel verde de apariencia opalina reaparecería al día siguiente contando con la presencia del sol en el firmamento, si ocurría lo contrario, si las nubes grises abarcaban la anchura del cielo de cerro a cerro, él sólo disfrutaría de las moderadas temperaturas, porque muy en el fondo sabía que sólo sería cuestión de tiempo antes de que el fuego invisible inundara con su energía cada uno de los rincones de ese estrecho valle.

Apenas llegaban las 7 horas de la tarde, mientras tanto él sentía un palpitar constante en su pecho vacío; por tal condición los latidos tenían aún más control sobre su ser, aquel vacío era el artífice de un eco, de una mirada hacia adentro, de un espejo audible; allí el reflejo cojeaba, recorría tres o cuatro caminos, cada uno en direcciones diferentes, con iconos difusos en sus respectivos extremos, él recorría todos estos caminos porque estaba fragmentado, sólo bastaría con visualizar un nuevo objetivo oculto entre los sueños y los temores y en cuestión de tiempo una nueva sección surgiría; aunque no se sabe con precisión de dónde, su cabeza estaba saturada de ideas, su alma aún no terminaba de secarse en el tendedero y su corazón, su corazón estaba suspendido en la oscuridad mientras lo sostenían mil agujas.

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